martes, 15 de abril de 2008

Asi, te miro


Estados de ánimo


A veces me siento
como un águila en el aire.
-Pablo Milanés
Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.
Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.
A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.
hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde
te acerques y te mires,
te mires al mirarme.

Y te daras cuenta porque??


Viceversa
Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte.
Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte.
Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte.
o sea,
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.

Mi modelo... el invi


El gran poema invisible

He desnudado todas las mañanas buscando aquel poema,

Que al ser partido en dos guardara tu nombre en su sombra,

He despojado a la primavera de su trono,

Soñando encontrar el polen con el que nacen tus besos.

He buscado en el ojo gitano de la noche y el deseo,

El cabalgar herido de tus sueños,

Y he cruzado las aguas azules de la muerte y el pecado,

Buscando para ti el gran poema invisible.

Aquel que embruja tus labios y desparrama por tu cuerpo,

El enjambre asesino de siete muchedumbres en celo,

Y desnuda un baile inmortal de manzanas,

En las trompetas moribundas de un sediento mar.

He disfrazado los dioses en el callejón perdido de mis palabras,

Y en el cementerio de poemas sutiles, he bailado ebrio,
Conjurando mi locura a penetrar los encantos encendidos de tú sed,
Para desojar tu mirada en el madero indio que arde en el tiempo.
Rota la luna en diamantes,
Me he quedado con la piel del más bravo guerrero de la oscuridad,
Para ofrendarte en el fuego salvaje de su odio más preciado,
El gran poema invisible,
Que entre palabras de agua se escribía por tu alma.

El pobre bambú bonsai



EL BAMBÚ JAPONÉS


No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego. También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita seas!


Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo transforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.


Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.


Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece¡más de 30metros! ¿Tardó sólo seis semanas crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.


Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.


Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.


Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.


De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo.


Y esto puede ser extremadamente frustrante.


En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos-, si está sucediendo algo dentro nuestro...


estamos creciendo, madurando.


Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.


Si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá solo estés echando raíces....